Ya estoy volviendo a ver la luz de nuestra Sara. Después de tres semanas, de las 11 que tiene de vida, ya está en su casa, en su cuna. Todo ello gracias a Dios, a sus padres, que no se han separado ni un segundo de ella, y al magnífico equipo de profesionales que la han operado de una compleja y grave dolencia y la han cuidado en la recuperación hospitalaria.
Las familias y los amigos hemos hecho lo que teníamos que hacer: ayudar, consolar y rezar. Y seguiremos ayudando y rezando para que esta importante segunda etapa, que ahora comienza, de completa recuperación, transcurra con los mejores resultados.
Muchos besos querida Sarita.